5 meses, 3 días, 12 horas, 30 minutos y 25 segundos.

¿De verdad ha pasado tanto tiempo?
Parece que fuera ayer cuando paseábamos de la mano por el parque y nos peleábamos con aquellos pájaros que siempre picaban las migas de pan que los niños echan. Y ya han pasado 5 meses. Ni siquiera sé como he aguantado, no siento nada desde que te fuiste. Porque te fuiste, ¿verdad?
A veces creo que me volveré loca, nadie me ha dejado nunca tan vacía con su marcha. Y lo peor de todo es que no puedo pedirte que vuelvas, no puedo llamarte o escribirte un mensaje, tan solo puedo dedicarte un par de palabras desordenadas que sé que nunca leerás, pero que quemaré con la esperanza de borrar estos sentimientos, esta maldita pena que me mata por dentro.
Te odio por quererte tanto y no poder dejar de hacerlo, me enfado contigo por no haberme dejado ir contigo, que egoísta por tu parte condenarme a una vida sin tus sonrisas. ¿Cómo pretendes que siga adelante si no puedo dejar de llorar?
Y ya no es la pena, no es el dolor, es el echarte de menos, es el buscarte en cada multitud, es el que escucharte cuando nadie más habla, es el verte en sueños y no poder abrazarte, y sobre todo es el ver tu silla vacía.
No quiero seguir así, hundida en un pozo de recuerdos, intentado seguir adelante pero enganchada con uñas y dientes a tus memorias. Ni siquiera he sido capaz de entrar en tu antigua habitación, la cama me parece demasiado grande y fría sin tus abrazos. Las paredes de esa sala intentan comerme y dejarme sin aire hasta hacer que murmure tu nombre entre lágrimas.
Tantas vivencias, tantos recuerdos, tantas sonrisas que ahora saben tan amargas. Tantos posibles y tan pocas oportunidades, tantos deseos y ninguna opción a cumplir alguno de ellos...
Juro que nunca el tiempo me había sabido tan dulce que cuando lo pasaba contigo. Las tardes de lluvia eran nuestro modo de protección, nuestras tardes de cine una distracción, nuestras fiestas algo memorable, y sobre todo, aquellas sonrisas y aquellos abrazos fugitivos que eran vida e ilusión.
Éramos el principio de algo grande, y que cayó con fuerza, dejando un gran cráter, en lo que antes solía ser mi corazón.
Ojala pudiera decirte que te quiero una sola vez, tal vez solo es comparable con lo que un hombre en pleno desierto siente al ver un oasis.

Vuelve que tengo frio, vuelve que te echo de menos, vuelve que sin ti nada es igual, vuelve que te necesito, vuelve que estoy aquí, vuelve que no era tu momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los príncipes azules también destiñen - Megan Maxwell

Título original: Los príncipes azules también destiñen Autor: Megan Maxwell Saga: No. Autoconclusivo. Año: 2012 Editorial: Versa...