- ¿Le ves? El chico de
azul, el de la sonrisa perfecta. Si, si, ese que te mira y se te derrite el
corazón, el que tiene tres lunares detrás de la oreja y una goma del pelo en la
muñeca. (le digo a mi amiga)
- Es imposible no verlo.
- Ese es el chico que me
gusta, el chico que consigue sacarme una sonrisa de cualquier tontería.
- ¡Está como un queso!
- Sí, eso es lo que todas veis
en él, no digo que no sea verdad pero cuando yo lo miro, veo mucho más. Veo
esos ojos verdes como el bosque en verano, veo esas manos fuertes pero dulces y
veo esos labios, esas mejillas sonrojadas…
- Sí que te ha dado fuerte,
¿no?
- Es que cuando lo veo se para
mi mundo, él es mi ángel caído.
(Corro como si no hubiera
mañana y salto a sus brazos, besándole y abrazándole)
- ¿No sabes que es de mala educación
escuchar conversaciones ajenas? (Le digo al oído, mientras le muerdo suavemente
la oreja, él sonríe)
- Quizá sea tu ángel caído y
haya caído del cielo, pero caí enamorado de ti.
- Te quiero, Jev. Siempre.
(digo entrelazando mi mano a la suya)
- Siempre, Nora, no lo dudes.
(dice dando un suave apretón a nuestras manos)
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