Quizá había
pasado un año desde toda aquella catástrofe, desde aquel te quiero sin
respuesta y aquella ridícula excusa, ¿recuerdas todo aquello?
Me
entregue a ti, y tu hiciste como si nada, como si todo lo pasado fuera una
vieja canción que solías cantar. Me hiciste daño, y tienes razón, tú fuiste el
motivo de todos mis problemas durante mucho tiempo. Las noches se hacían largas
llorando por todo lo que había pasado y por todo lo que pasaría sin ti, los días
se hacían uno más angustioso que el anterior mientras esperaba a que me
buscaras. Recordé cada uno de los abrazos que me diste, y renuncie lentamente
al sabor de tus labios, canela y miel. Eché de menos ver el verde de tus ojos
sobre los míos, y tus manos por mi pelo, revolviéndolo suavemente. Lamenté las
veces que te dije que no y me culpé por todo lo ocurrido. Poco a poco fui
abriendo los ojos, saliendo de casa y empezando a sonreír. El tiempo pasó y
todo quedó atrás, formabas parte de un pasado que no quería volver a abrir.
Después
de tanto tiempo, me preguntaron si aún me importabas, un millón de recuerdos
pasaron por mi mente y susurre…
“No, ya
no…”
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